MANAZAS

Yo, Be, me he cargado la plantilla milenaria de QaD por torpe y con un solo clic. Me autoflagelo ante mis copropietarias y me comprometo a dejarla lo más parecida posible, si no mejor. ¡Palabra!

martes, agosto 31, 2010

Una ruta bonita y la teoría del taxi (Vacacionacas en Estambul 3/5)


Mañana vuelvo al trabajo. Va a ser un curso de muchos cambios, pero aún no estoy preparada para hablar de ellos... así que sigo con los posts dedicados a contaros mis vacaciones. Así me regodeo en el recuerdo, como Diane Lane en el viaje de vuelta en tren en Infiel. Voy con el tercero (de cinco) sobre Estambul.

Tengo una teoría. Es una teoría que he compro-bado en diversas latitudes y zonas horarias.

Va: no importa dónde estés, no importa qué hora sea, si levantas la mano viene un taxista a llevarte en coche a donde tú quieres a cambio de dinero.

Hace unos años fui a Roma a visitar a mi amigo iBoy, que por entonces vivía allí. iBoy conoce la ciudad como la palma de su mano, así que preparó un programa estupendo (museos, iglesias, restos, monumentos, tumbas, edificios, calles, plazas, barrios, fuentes). No hicimos apenas colas, vimos la Capilla Sixtina vacía, comimos en sitios estupendos, tomamos el aperitivo en sitios superchupis, bebimos copas en sitios megacool. La ruta intensiva de iglesias (uns 100 en una semana) pudo conmigo y una noche atravesábamos un bosque para volver a casa después de miles de horas de turistear, miles de kilómetros recorridos y miles de copas... cuando me dio una pájara. Como a los ciclistas.

De pronto no pude más. No me podía mover. No podía casi mantener el equilibrio. No podía pensar... más que en un maravilloso taxi que viniera en mi rescate. Utilicé las últimas energías que me quedaban para explicar mi teoría a iBoy.

-Be, esto es un bosque, no hay taxis.
-Que sí, ya verás, funciona siempre.
-Que no, en serio que por aquí no pasa nadie.
-¿Nadie?
-Bueno, sí, un violador que mató a un par de chicas el mes pasado.

La pájara voló. Aquella fue la única vez que, necesitándolo, no he podido probar mi teoría.

Pero volvamos a este verano. Una mañana Noa y yo cruzamos el Cuerno de Oro, llegamos hasta la plaza Taxim...


...bajamos por Istiklal Caddesi (la llenísima de vida calle principal)...


...curioseamos en librerías, compramos libros...


...callejeamos...


...comimos (en el sitio más alto que encontramos) unos meses buenísimos y un pescado para morirse...


...nos perdimos...


...bebimos té en un café de narguile en el que éramos las únicas mujeres...


...nos encontramos...


...llegamos a la torre Gálata...


...bebimos (de nuevo, lo más alto que pudimos) unas cervezas...


...cuando decidimos volver a casa, se había hecho de noche.


Para llegar a la parada del tranvía había que atravesar una maraña de callejuelas sin iluminar. Sabíamos más o menos qué dirección tomar para bajar de la colina, así que nos pusimos en ruta. A la segunda esquina que doblamos ya no se veía nada.

El barrio de Beyoglu, donde estábamos, fue lo más chic en el siglo XIX, pero tras declararse la república y mover todas las embajadas a Ankara entró en decadencia. Cito la mini guía de Lonely Planet: "Las tiendas y restaurantes glamourosos cerraron, los edificios empezaron a caerse y el barrio adquirió mala fama". Y a pesar de que en los 90 en barrio empezó a revitalizarse y ahora es el sitio "de salir de marcha", siguen quedando zonas muy abandonadas.

Estábamos en una de ellas. La calle en la que estábamos no tenía ni suelo ni farolas. Noa es una viajera prudente y, aunque yo me hubiera lanzado alegremente callejuela abajo, por su mirada capté que era un buen momento para probar mi teoría del taxi.

Levanté la mano y... un taxi libre apareció, se paró, nos subimos y en diez minutos nos dejó en el hotel. Por cinco euros.

lunes, agosto 30, 2010

El viento y el León... y el Hayid y el Huseyin (Vacacionacas en Estambul 2/5)

"En estos viajes, las ruinas son secundarias, habrá que pensar en los hombres y las mujeres,
más didácticos y más vivos que las piedras,
en los mercados, los campos de deporte, los juzgados, los cines, las tascas perdidas y hasta los cementerios.
La verdad y la vida no se encuentran en las tiendas para turistas".

Manu Leguineche, La Tierra de Oz.
Me gusta hablar con la gente cuando viajo. Es mi forma de trascender, de ir más allá, de encontrar la verdad y la vida. Porque no todo el mundo va con agenda, como Eduardo.

En una mezquita pequeña y preciosa conocimos a León, un turco que se gana la vida vendiendo pieles a los rusos. Tiene varias tiendas y a la más grande le ha puesto el nombre de su suegra: Pilar Cavero. León está casado con una española, a la que conoció cuando era azafata de Iberia. Él tenía varias "novias" por aquel entonces, pero a los dos días de conocer a Pilar, le dijo: "Me voy a casar contigo". Habla de la familia de su mujer con un cariño tremendo, ahora su suegro está enfermo y él va a venir el mes que viene a España a verle.

León y su mujer tienen dos hijos, a los que han enseñado las dos religiones para que luego decidan ellos. No sé qué tal funcionará eso de elegir, yo creo que la fe se hereda: te la trasmiten de pequeñito y si "prende" se queda ahí para siempre. El tema es complicado. Huseyin tiene 26 años, una licenciatura en Económicas, un MBA en dirección de empresas, un estilo de baile espantoso y unos cuantos amigos en "parejas mixtas" que están intentando hacerlo así. El riesgo, dice, es la sensación de no pertenencia, porque en Turquía la religión marca la estructura de la sociedad.

Y, como la moral sexual, perjudica a las mujeres. Si Huseyin se casara con una chica cristiana, sus padres protestarían un poco pero acabarían por aceptarlo. Si alguna de sus hermanas quisiera casarse con un no musulmán, el lío sería mayúsculo y de muy mala solución. "Las mujeres lo tienen más difícil para ser felices".

Si a la hija de Hayid se le ocurriera enamorarse de un hombre que no fuera turco su padre la repudiaría... a pesar de que él se casó con una protestante. La conoció en Alemania, mientras estudiaba con una becaza del estado turco. Hayid es un antiguo profesor de la Universidad de Estambul que desde que se retiró trabaja de guía en el Palacio Topkapi. Su inglés es impecable, y su alemán aún mejor. Su hija vive allí ahora, y no le tiembla la voz al decirlo: "La repudiaría. Tiene que casarse con un turco. O, al menos, con un musulmán".

Para Hayid su religion es lo más importante: "Sin fe no se puede vivir". Me da cierta envidia, lo tiene tan claro que no duda. La religión le traza el camino y él lo sigue. Yo, que no sé lo que es tener una fe así, dudo todo el tiempo. León también tiene fe. Reza cinco veces al día, pero da a sus hijos la libertad para creer en cosas distintas a las que cree él. Huseyin es "muslim, but not supermuslim", así que no tiene conflictos si el canto del muacín entra por su ventana a las cinco de la mañana y le pilla frinkando.

Aunque la vida era más sencilla de pequeño, cuando se levantaba sólo para jugar al fútbol, iba al colegio para poder jugar al fútbol en el recreo, quedaba con los amigos para jugar al fútbol. Cuando todo era fútbol.

lunes, agosto 23, 2010

La tele que yo quiero


El día 15 cumplí años (33). Lo celebré dos veces, una con la BeFamily y otra con mis amigos, pero en ninguna de las dos ocasiones hubo tarta... ni velas que soplar. El otro día, mientras le daba vueltas a si eso significa que voy a tener mala suerte por siempre jamás o sólo durante los próximos 12 meses, pensé en qué deseo pediría. En qué querría, si pudiera tenerlo todo.

Quiero una tele. Una cadena de TV, vaya.

En esa tele yo sería la jefa, y tendría todos los medios del mundo para hacer lo que yo quisiera y contratar a quien a mí me diera la gana.

Yo tendría un programa que se llamaría "Animales Políticos". Llevaría gafas de Tom Ford y pelazo, como la chica de la foto, vaya, pero con vestidos de Oscar de la Renta. Haría entrevistas a políticos -Duran i Lleida vendría una vez al mes- y famosos -no sé, Xabi Alonso, Clint Eastwood o los Hombres G-, y la tertulia política sería la mejor de la tele mundial, por incisiva, por divertida y por rigurosa. Mi tertuliano estrella sería Javi Quimicefa (visiten su tuiter).

El Hombre Malo presentaría y dirigiría "Qué Grande es el Porno". Una vez a la semana, elegiría una peli y después de la emisión dirigiría la tertulia. Sus tertulianos serían Fernando Marías, Oti Rodríguez Marchante, Eugenia Rico, Beatriz Preciado y Leticia Sabater. Primero, el Hombre Malo haría un breve resumen de lo que pasó el año de producción y repasaría la carrera del director y los actores... y luego cada uno comentaría por turno su escena favorita.

StreetGirl sería la nueva Eva Nasarre -sólo que en pibón sexi-, dando clase de Pilates a todos los españoles. Punto de Luz tendría un programa de bricolaje, jardinería y animalitos. Cattz tendría un programa de cocina que haría que todos los hombres y mujeres del mundo se enamoraran de ella. Tow hablaría sobre manga, introduciendo a las niñas de 13 años en el maravilloso mundo del comic japonés. Xisca tendría un visionado comentado de Expediente-X y Twin Peaks. Scarlett Witch tendría una tertulia de deportes, con un plantel de colaboradores que compensara un poco su colchonerismo. Mr Daine tendría un programa cultural y de tendencias llamado "No sólo empotra", y Chris Evans vendría a presentar allí todas sus pelis. Miss X haría un programa de makeovers vintage, uno en el que llegaras diciendo "a mí lo que me mola es el look de los 20" o "yo quiero ser como Audrey" para que ella te enseñara todo lo que necesitas.

No habría pitonisa nocturna, habría un Chamán. Ya tengo el cástin hecho, será el amigo del mezclador de mi programa, que la primera vez que salimos de copas nos leyó a todas y flipamos mucho.

Efe tendría un microespacio en el que, con un A3 y un rotulador, iría dibujando personajes históricos o de ficción mientras cuenta su historia. Lo que quiero es una especie de José Ramón Sánchez del siglo XXI. Lorz tendría algo parecido pero con marionetas en lugar de los dibujitos: "Los Lorzañecos".

El programa de cine de Eme A se llamaría "Antes la gente pagaba por ver esto". Emitiría pelis como "Cristobal Colón, de oficio descubridor", "Que vienen los socialistas", "El liguero mágico" y "Yo hice a Roque III". El iría en plan Carmen Sevilla, dando de merendar a los participantes en las pelis que aún quedaran vivos.

Roger Fossil tendría otro programa de cine, "Dancing in the Screen", que sería -por supuesto- de cine musical. Somófrates tendría un consultorio romántico-sentimental. Sería de 13 a 14 horas, justo antes de las noticias, y se llamaría "Amor Duro". Isabelo tendría un programa de música a las mil de la mañana, después del Chamán. Pondría videos de rock, el programa llegaría a ser mítico y la gente lo seguiría recordando con cariño 30 años después.

El de Noa también sería de música, pero de música en directo. Se dedicaría a recorrer el mundo, de festival en festival, de concierto en concierto, por todos los países, por todos los continentes. Haría una presentación, entrevistas a los grupos, y daría paso al concierto/festival, que sería la caña y se oiría de coña.

La Perri tendría bastante curro. Su trabajo habitual sería viajar por el mundo como reportera, en países remotos, conflictos armados, catástrofes, eventos que cambian el rumbo de la historia... pero durante la semana de la moda de Milán, NY, París, Londres o Tokio tendría que viajar para allí para contarlo todo.

Misia tendría un programa llamado "Danzarines por el mundo". Recorrería el planeta, Autralia, Nepal, EEUU, El Gongo, descubriendo qué se baila en cada sitio, Moscú, China, Perú, Kenia, aprendiendo los pasos... y cerrando cada programa con una exhibición de lo aprendido. La pregunta que todo el mundo se hace es: ¿iría vestida como los nativos de los distintos sitios? La respuesta: ¡Aaah...! Por si acaso, se ha pedido una hora que tenga poca audiencia, pero me da que iba a marcar máximos.

Mi becaria MeriBella sería mi "reportera de La Sexta". Para foguearse y aprender antes de decidir qué quiere hacer, se dedicaría a hacer reportajes, ir a eventos y hacer entrevistas, todo esto ataviada con vestidos superbonitos. Y tendría su propio becario. Y si luego quiere un programa magacine, adelante.

Jónatan Sark se encargaría del late show, que se llamaría "El Too Late Show" o "Esto es espantoso". Se pondría delante de la cámara, con una taza de chocolate caliente en la mano, y empezaría a despotricar sobre lo que ha pasado. Comentaría la prensa, las noticias, los cotilleos... un poco como hace en casa cada noche, pero para el público general.

Este verano, en lugar de mierdas y reposiciones varias, en mi tele se hubiera emitido Luther, Sherlock, Svetlana, Neighbours from Hell, Pretty Little Liars y la nueva temporada de Royal Pains. Y, seguramente, Persons Unknown. Eso sí, muy de madrugada para que no moleste a la gente normal que no es como mis compis de piso, que la están disfrutando como locos.

En un mundo ideal, yo tendría una tele así.

martes, agosto 17, 2010

Vida

Mi figura se recorta sobre las rocas de la pequeña cala. He caminado por el pequeño acantilado que parte de la playa y que da forma a esta cala mallorquina hasta llegar al final del recorrido. Me quedo parada sobre la roca: detrás, los pinos, delante el mar y la otra orilla de la cala. A mi derecha alta mar. A mi izquierda el camino y, algo lejana, la playa, donde he dejado a Miss X tostándose al sol. Estoy parada sobre la roca. Disfrutando.

Tengo los ojos saturados de los azules y verdes del mar, del color del cielo, de las tonalidades de la piedra, del verde de los pinos. Veo a mis pies el agua transparente, tanto que se puede atisbar qué hay en el fondo: bajo el verde claro fina arena, bajo el azul oscuro las rocas.

Corre el viento por toda la cala, llega desde alta mar, fresco, y me hace tomar conciencia de mi piel seca y cubierta de sal, del movimiento suave de mi pelo sobre mi espalda, de mi bikini aún húmedo. El sol está en lo alto del cielo despejado, haría bastante calor si no fuera por esta bendita brisa marina que resuena y me llena los oídos. Es lo único que oigo: la playa ya queda demasiado lejos como para hacerme llegar sus ruidos y la dirección del viento no le ayuda, sino que me permite estar ahí, aislada. Cierro los ojos. Noto el sabor del mar en la boca. Me lleno de aire los pulmones y hasta ahí me llega el olor de los pinos y del mar.

Me acerco más al borde de las rocas. Me gustaría bañarme: tengo calor y el agua está tan limpia y transparente que me llama. Parece mucho más apetecible que el agua que he dejado atrás, en la playa. Pero hay unos cuatro metros de caída hasta el agua. Se me encoge un poco el estómago al pensar en el salto. Sé que no es mucha altura, pero no puedo evitar que me dé un poco de miedo: no controlo bien la profundidad, estoy lejos de la orilla, las rocas están cerca. Parece seguro, he visto a algún que otro bañista tirarse desde aquí (y a otros cuantos renunciar al salto) pero no puedo evitar la sensación de vértigo al asomarme. Doy unos pasos hacia atrás.

Repaso las sensaciones que sé que se avecinan si salto: coger mucho aire, saltar y caer durante un breve instante por el aire. Entrar de golpe en el agua fresca, quedar envuelta totalmente por el mar y por miles de burbujas. Permanecer en suspenso unos instantes ahí abajo, inmóvil y finalmente impulsarme hacia arriba, braceando y pateando con fuerza. Salir a la superficie e inspirar hondo, feliz.

Vuelvo a avanzar. No está muy cerca, el agua. Miro al fondo. Se me vuelve a encoger el estómago.


Me lanzo.

viernes, agosto 13, 2010

Alianza de Civilizaciones (Vacacionacas en Estambul 1/5)


Ya he vuelto de la primera parte de mis vacaciones y tengo que decirlo: me ha encantado Estambul. He descansado, he visto sitios preciosos, he comido como una princesa, he aprendido mucho, he conocido gente estupenda ¡y he recibido la visita de las musas! Así es, amiguitos: habrá posts -sí, postS, en plural- inspirados por el viaje, habrá reportaje fotográfico, habrá aventuras, humor y amor. Hoy, la primera entrega, con un poquito de autoescarnio.

Me encanta viajar. Me encanta llegar a un sitio nuevo, hacerme una composición de lugar y empezar a recorrerlo para formarme una opinión, para reescribir por mí misma las ideas que haya podido leer en periódicos, novelas o guías de viaje. Mi compañera de aventuras en esta ocasión ha sido Noa. Si hubiera que describir nuestros perfiles de viajeras en dos palabras, yo sería una "risk taker" y ella una "tía prudente".

Y así estaba la cosa, Noa y yo por las calles de Estambul, driblando los piropos, las preguntas políglotas y las invitaciones a cenar, con nuestra guía Lonely Planet y un mapa, buscando restaurantes con terraza en la azotea, porque Estambul hay que verlo desde arriba. Y allí estábamos en nuestra segunda noche, en una terraza en un cuarto piso con las más maravillosas vistas a Santa Sofía, hablando de lo mucho que nos estaba gustando la ciudad.

-Me encanta viajar. No sólo por ver sitios y hacer cosas, sino por las personas que conoces. Si no te relacionas con la gente, ¿para qué viajar? No merece la pena, casi puedes quedarte en casa.

Ésa era yo, poseída por el gran Manitú de la multiculturalidad, como casi siempre que viajo.

Nuestro camarero en esa ocasión era una especie de clon del príncipe Eduardo (ew!), pero era majete y bastante profesional. Se adelantaba a nuestras necesidades, nos atendía perfectamente, buscaba los mejores planos para sacarnos bonitas fotos con la iglesia/mezquita/museo al fondo, contestaba a las preguntas de Noa sobre religión, nos invitaba a tés y a raki (licor de anís)... y todo esto sin ser pesado, ni intentar ligar, ni decirnos lo guapas que somos, ni... Un soplo de aire fresco en un país en el que, en palabras de Noa, "están las 24 horas del día intentando ligar: son como los italianos, sólo que no descansan nunca".

Y cuando terminamos de cenar, el chico nos dijo:

-Vamos a salir unos amigos a tomar algo y bailar, ¿os venís?

Yo dije:

-¡Fenomenal!

Noa dijo:

-¡Ni de coña!

Nos miramos, el chico nos dejó discutiéndolo. La conversación fue como sigue:

-¿Por qué no?
-Porque no les conocemos de nada.
-Pues ya les conoceremos.
-Es correr un riesgo innecesario, Be. Si quieres ir de copas, nos vamos solas.
-Pero es que la gracia es, precisamente, ir con gente de aquí. Es la única manera de ver el verdadero Estambul.
-Ya. Y si resultan ser unos psicópatas violadores, ¿qué?
-Bueno, como a donde vamos es un bar lleno de gente, pues no creo que nos lleguemos a enterar. Pero además, mira al pobre Eduardo, ¿tú crees que tiene malas intenciones?
-Be, éste lo que quiere es ligar contigo.
-¡Que va! ¡Pero si no ha sido nada pesado! Lo que quiere es conocer gente.
-Claro. Pero conocer gente en el sentigo bíblico.
-Que no, mujer, que no todos van de ese palo. Anda, anímate. Si total sólo es bailar y charlar; a mí cuando viajo me gusta conocer gente, ver cómo viven, qué les interesa, qué les preocupa, qué le piden a la vida...

Y en ese momento apareció Eduardo con un papel doblado... que resultó ser una notita para mí.

Decía:

"Please come one floor downstairs, I have something important to tell you".

Mierrrrrda. O era de la CIA o Noa tenía razón. Mientras yo refunfuñaba, Noa se partía de la risa y doblaba la propina del chaval.

Bajamos juntas las escaleras, pero Noa siguió bajando cuando el chico se acercó a hablar conmigo. Y ahí me quedé yo, sola ante el peligro.

-¿Has leído mi nota?

-Sí. Oye, mira, que estamos supercansadas, nos vamos al hotel.

Y entonces dijo una frase que escucharíamos miles de veces a lo largo de los siete días de viaje:

-You broke my heart...

Lo que me dieron ganas de romperle fue la cabeza. ¡¡Hacerme perder una discusión de esa manera tan tonta!!

-Piensa en positivo, Be: Zapatero estaría superorgulloso de tu apasionada defensa de la Alianza de Civilizaciones.